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MW-10019
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SINOPSIS_SERIE
Esta obra ofrece un recorrido exhaustivo por la herencia cultural de México a través de su producción artística, abarcando desde los orígenes prehispánicos hasta la era contemporánea. Presenta una visión unificada que destaca lo más profundo y valioso de la identidad nacional, plasmada en cuatro periodos fundamentales: prehispánico, virreinal, independiente y contemporáneo. Se propone como una celebración del arte como máxima expresión del rostro creativo de México
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Recorrido por el arte mexicano desde la época prehispánica hasta la actualidad, mostrando lo más profundo y valioso de nuestra identidad nacional
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SINOPSIS_PROGRAMA
Como fenómeno cultural, la Revolución Mexicana produjo una inmersión profunda del mexicano en su propio ser, del que surgió un nacionalismo cultural que se manifestó en obras de alcance universal en el pensamiento, la literatura, la música y las artes plásticas. Donde surge el muralismo mexicano
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La Revolución Mexicana provocó una introspección nacional, germen de un nacionalismo cultural que floreció en obras universales de pensamiento, literatura, música y el muralismo
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10
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12
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00:52:45:29
SEMBLANZA_PARTICIPANTE
Carlos Fuentes (1928-2012)
Escritor, diplomático y ensayista mexicano. Reconocido como una de las figuras centrales de la literatura hispanoamericana del siglo XX, fue parte del llamado "Boom latinoamericano". Su obra abarca novela, cuento y ensayo, explorando la identidad mexicana, la historia y las tensiones entre modernidad y tradición. Entre sus libros más destacados se encuentran La región más transparente (1958), La muerte de Artemio Cruz (1962) y Terra Nostra (1975). Desempeñó también una importante labor diplomática y recibió múltiples premios internacionales, consolidándose como una voz influyente en el panorama cultural y literario.
Guillermo Sheridan (1950-)
Ensayista, editor y crítico literario mexicano. Ha desarrollado una amplia labor de investigación sobre la poesía mexicana moderna, especialmente en torno a la obra de Octavio Paz y otros autores del siglo XX. Ha sido profesor, coordinador de proyectos académicos y colaborador en diversos medios culturales. Su trabajo combina el análisis literario con la divulgación crítica, lo que lo ha convertido en una referencia en los estudios literarios contemporáneos de México.
TIPO_ACTIVIDAD
DISCIPLINA
INSTITUCION_PRODUCTORA
CONACULTA | Coordinación Nacional de Medios Audiovisuales (CNMA) | TELEVISA
TRANSCRIPCION
¡Sí! ¡Tres, nueve, cuatro, siete, tres, cinco, cuatro, tres, dos, uno! ¡Muy bien, hermanos! ¡Vengan ya! ¡A primera mañanita! ¡Venga ya! ¡Qué linda está la mañana en que vengo a saludarte! A lo largo de un siglo, demasiado ocurre en la vida de un país y de acuerdo a las exigencias de cambio civilizado, demasiado deja de ocurrir. En el caso de México, el siglo XX combina inmensos rezagos económicos y transformaciones sociales profundas, adelantos culturales y zonas de atraso violento. Hay grandes movimientos en pro de la diversidad, se impone la continuidad política, la población se urbaniza aceleradamente, los procesos educativos se masifican, Las tesis feministas y el desarrollo cultural y laboral de las mujeres le ponen sitio al machismo, crece la infraestructura de la difusión y el patrocinio de las artes y las humanidades. Una revolución cultural, nunca llamada así, se produce al extenderse el acceso a la educación superior y el país se internacionaliza en el sentido informativo y tecnológico. Si la desigualdad social se mantiene y acrecienta y el analfabetismo funcional se extiende, millones de personas incluyen ya entre sus saberes a los bienes culturales, las clases medias se expanden, se afirman la tolerancia y la pluralidad, y el siglo XX termina con 30 millones de estudiantes de los ciclos que van de enseñanza primaria a posgrado. De entre las muchas posibles, una lectura del siglo XX mexicano localiza tres periodos que concentran los cambios radicales. La destrucción y la invención de tradiciones. El sueño de las mitologías. Y la pesadilla de las realidades. Con lo arbitrario de todo manejo de fechas, estos periodos son la Revolución Mexicana de 1910 a 1946. aproximadamente, la modernización primordialmente tecnológica, de 1946 a 1990 también aproximadamente, y a partir de entonces la globalización, una modernización más drástica que obliga a ajustarse a los ritmos de las metrópolis, no tolera excepciones y privilegia la sucesión de espectáculos sobre el desarrollo cultural sostenido. La Revolución Mexicana fue un movimiento armado, fue un movimiento político y social y fue un movimiento cultural. Como movimiento armado quebró el espinazo del ejército federal, el ejército de Casta, de Porfirio Díaz y Victoriano Huerta. Y creó en cambio un ejército popular que no sólo ganó batallas, sino que logró algo quizá más importante, relacionó al pueblo mexicano consigo mismo, rompió el aislamiento secular de México, un país dividido entre montañas, desiertos y barrancas. En la revolución los mexicanos se conocieron entre sí, las grandes cabalgatas del cuerpo de noroeste de Obregón y sus yaquis desde Sonora, de la división del norte de Pancho Villa, desde Chihuahua y desde el sur del ejército libertador de Emiliano Zapata, significó que los mexicanos por fin se conocieron entre sí, por fin se encontraron, por fin se identificaron. Hay una anécdota muy reveladora al respecto y es la ocupación o la presencia del ejército zapatista en la Ciudad de México en el año de 1915, cuando las tropas de Zapata ocuparon los grandes palacios, las grandes mansiones de la aristocracia porfirista. Y por primera vez se vieron de cuerpo entero en los espejos. Se vieron y se reconocieron por primera vez. Se vieron y dijeron, mira, soy yo, mira, eres tú, mira, somos nosotros. Sea una creencia o el conjunto de hechos políticos y sociales, el consenso declara a 1910 el inicio del siglo XX mexicano. Cristaliza con la violencia armada la urgencia de cambio. En 1911, al derrumbarse la dictadura de Porfirio Díaz, se resquebrajan formas monstruosas del autoritarismo feudal. Se desplazan cientos de miles a lo largo y ancho del país y hacia Estados Unidos. Comienza la movilidad social. También se precipita lo tan anhelado. La puesta al día de la literatura, las artes plásticas, la arquitectura, la música, el teatro. Un país cerrado en lo esencial ve abrirse numerosas vías de acceso a las experiencias del mundo entero. Fenómeno múltiple que mezcla lucha de facciones y logros institucionales, la Revolución Mexicana no sólo modifica extensamente la vida del país, es también una gran metamorfosis cultural. incluso José Vasconcelos la señala en un orden de cosas como un triunfo del espíritu En 1910, más del 80% de la población es analfabeta y por eso la revolución le imprime sentido de urgencia al proceso educativo. Se aceleran o se vuelven concebibles numerosos cambios. Los escritores consiguen un público lector inesperado. Las vanguardias estéticas, gracias a la destrucción de prejuicios, ya disponen del primer ámbito propicio. El nacionalismo se extiende y haya una razón de ser de grandes resonancias durante las tres décadas siguientes. Se distribuyen sensaciones de orgullo social muy novedosas. Se reconocen por vez primera los valores de lo popular. Y algo fundamental, se inicia el patrocinio estatal de las artes y las humanidades, que se mantiene de modo principal hasta el día de hoy. Por lo común, cuando se habla de la cultura en México, las referencias corresponden por entero a la Ciudad de México, que ha monopolizado la representación nacional a causa del centralismo y la concentración de oportunidades en un solo espacio. Sin duda, la mayor parte del trabajo intelectual y artístico se ha desarrollado en la capital de la República, pero en el resto del país se han producido esfuerzos notables. Con todo, y no obstante los esfuerzos con frecuencia heroicos de los grupos que trabajan artística y culturalmente en las regiones, la Ciudad de México es la entidad monopólica a lo largo del siglo XX. Gracias a la revolución hay una eclosión de creatividad absolutamente única en la historia de México. Donde quiera que uno mire, la pintura, aquí estamos frente a un gran mural de José Clemente Orozco, La Trinchera, los murales de Diego Rivera, de Orozco, de Siqueiros, la música, Carlos Chávez, Silvestre Revueltas, la poesía, desde Ramón López Velarde a los contemporáneos, La novela, Yáñez, Rulfo, Azuela, Guzmán, José Revueltas, el cine, Fernando de Fuentes, Alejandro Galindo, Emilio Fernández, Luis Buñuel. En todos los aspectos de la vida cultural mexicana, la revolución dio frutos magníficos. En materia artística, el logro más notorio de la revolución mexicana es el muralismo. o Escuela Mexicana de Pintura, desarrollada en lo básico entre 1922 y 1950. El patrocinio estatal, y muy especialmente de José Vasconcelos, secretario de Educación Pública en el período de Álvaro Obregón, le da a un grupo de pintores la gran oportunidad de trasladar al arte público la épica del pueblo en armas. También una visión dramática de las transformaciones estéticas en un país con sólo unas cuantas escuelas de arte, muy pocos museos, casi ninguna publicación especializada y colecciones privadas al alcance de muy pocos. gracias al muralismo por vez primera se admira la pintura fuera de los recintos eclesiásticos Murales Valiosos que en 1922, en el Templo de San Pedro y San Pablo, pinta un mural con el tema de los trabajadores en la fiesta de la Santa Cruz, alegoría del Nuevo México que reconoce la importancia y las imágenes de los trabajadores. Fernando Leal, en 1930, en el vestíbulo del anfiteatro Bolívar de San Ildefonso, inicia un mural, la Epopeya Bolivariana, que exalta a los héroes de la independencia de Sudamérica. En 1922, Leal realiza en la escalera de la preparatoria el primer mural con un tema religioso y popular, Fiesta del Señor de Chalma, donde usa la antigua técnica renacentista de la encaustica. Frente al fresco, en la misma escalera de la preparatoria el pintor francés Jean Charleau recrea la conquista de Tenochtitlán inspirándose en los maestros del siglo XVI especialmente Paolo Uccello En una segunda generación de muralistas es extraordinaria la participación de Rufino Tamayo que en distintas etapas de su vida pinta murales el primero de ellos en 1935 de tema revolucionario en el antiguo Museo de Antropología hoy Museo Nacional de las Culturas En esta obra, su carácter político lo hace diferente del camino posterior de Tamayo, cuando se aleja del nacionalismo revolucionario. Otro muralista valioso es José Chávez Morado, que en la ciudad de Guanajuato pinta murales de contenido histórico y político. Ante el muralismo, el gobierno, los críticos y los distintos públicos tienen reacciones diversas. Se admira y se detesta sin medida a Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, personalidades infatigables y únicas, militantes de ideas y de obsesiones. En poco tiempo, los llamados tres grandes se convierten en el orgullo nacional y en el centro de numerosos rechazos. En el antiguo colegio de San Ildefonso, los muralistas usan sacralizadamente alegorías y símbolos, entonces el lenguaje artístico que es al mismo tiempo poesía y militancia. Si insisten en la experimentación técnica y el cuidado de la forma, también confían en los poderes educativos y radicalizadores de los símbolos y de los murales. Durante unos años, su proyecto es también, y en primer término, de educación política o más exactamente de vislumbramiento de otras visiones del mundo. Sin proponérselo, sin conseguir evitarlo, los muralistas son los propagandistas convincentes de una versión de la historia nacional que se fija a través del mapa mitológico de héroes, mártires, movimientos, clases sociales y gremios y a través también de las relaciones entre la fe y la conciencia. Diego Rivera inicia sus murales en la Secretaría de Educación. En 239 tableros y en 1583 metros de superficie, Rivera reconstruye un panorama muy variado. El pueblo, sus labores, sus fiestas, su modo de vivir, sus luchas, sus aspiraciones y sus sueños. la revolución se integran en una representación sin paralelo del arte mundial. En la escalera de Palacio Nacional, Rivera trabaja de 1929 a 1935 en el mural titulado Historia y perspectiva de México. Enlaza en tres muros el pasado, el presente y el futuro de una nación en busca de su libertad. La síntesis del México prehispánico, del colonial, del independiente y del contemporáneo predice una era de bienestar y progreso del pueblo trabajador ya liberado de sus opresores. El embajador de Estados Unidos, Dwight Morrow, mecenas interesado y generoso, le encomendó a Diego Rivera un mural en el Palacio de Cortés con el tema de la revolución. Entre otras imágenes perdurables, Diego retrata a Zapata con su caballo blanco, uno de los iconos más conocidos del muralismo mexicano. En 1947, en su mural del Hotel del Prado, titulado Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, Rivera se autorretrata de niño dándole la mano a la calavera Catrina de José Guadalupe Posada, en homenaje al más grande grabador de México, tan presente en el arte de la revolución. Su compañera Frida Kahlo aparece también en este mural. El artista no lo es si no es ante todo un ser humano un ser humano profundamente humano hasta el final si el artista no es capaz de sentir todo aquello que siente la humanidad si el artista no es capaz de amar hasta el olvido de sí mismo si es necesario hasta el sacrificio de sí mismo y de su propio genio si no sabe abandonar el pincel mágico para empuñar el bastón de mando y derrotar al opresor de su pueblo en ese caso no es un gran artista el gran artista es el que es un grande amador de sus semejantes el que vive y trabaja exclusivamente para contribuir tanto como pueda, lo más que pueda, si no puede mucho, ¿qué puede hacer? A la armonía de los hombres con la tierra y de los hombres entre sí. En sus murales, Rivera da su versión de la historia de México, de la lucha de clases en el mundo y del país como un solo gran retrato de familia, villanos incluidos. José Clemente Orozco, el más aislado o el menos activo políticamente de los muralistas, magnífico grabador y pintor de caballete, se compromete a fondo con los símbolos y con la idea de la pintura como formación de símbolos, recinto desgarrado de las alegorías. Tal vez la culminación de su obra sea El hombre en llamas, en la cúpula del hospicio Cabañas en Guadalajara. Allí Prometeo, el hombre al que devora el ejercicio de las libertades, se vuelve la representación ígnea de lo sacrificado por la guerra. Sin embargo, si los símbolos de Orozco perduran, es por ser en primer término pintura, que se fija en el espectador como grandeza más que como mensaje. Es la calidad pictórica, la condensación de colores y formas lo que permanece por sobre los desafíos y las provocaciones, por sobre el reto de pintar en los muros de la Suprema Corte de Justicia a la figura que ha representado la aplicación imparcial de las leyes como una prostituta ebria. En Catarsis, en el Palacio de Bellas Artes, Orozco entrega su idea de la pesadilla bélica, la matrona grotesca y curibunda que todo lo devora. En el Palacio de Gobierno de Guadalajara, la guerra, en la perspectiva orosquiana, es la disolución de la especie en la agresión moral que es el río de los muertos agraviados por suásticas, fachos, hoces y martillos. Las ideologías generan símbolos y en los símbolos se crucifica el género humano. David Alfaro Siqueiros, un personaje desmesurado, genial, sectario, desbordado, es capaz de hazañas y de caídas artísticas. De simbolismos fáciles y de logros admirables, Siqueiros, en el Palacio de Bellas Artes, pinta el enigma de la humanidad transformado en esperanza. En 1967, Siqueiros pinta en el castillo de Chapultepec el mural La revolución contra la dictadura porfiriana, logro excepcional que integra el espacio arquitectónico y el dinamismo plástico. Y en el Sindicato Mexicano de Electricistas, Siqueiros pinta Retrato de la Burguesía, donde el impulso trasciende la obviedad ideológica. Fue la admiración que nosotros tuvimos de una manera directa e inmediata, Rivera y yo juntos, como de una manera posterior y progresiva, José Clemente Orozco, Carlos Mérida y los demás artistas. Fue para nosotros muy importante la observación de las grandes catedrales, el gótico, el mudé, nuestra presencia en Egipto frente a los grandes templos. Fue nuestra admiración por el arte integral que yo he llamado, ese arte integral del pasado, que era arquitectura, pintura, escultura y materiales nuevos relacionados profundamente, íntimamente con el desarrollo de la técnica de su tiempo. En el Poliforum Cultural Siqueiros, tan debatido y tan característico de los proyectos de su autor, Siqueiros crea una metáfora plástica a la que llama la marcha de la humanidad en América Latina, en la Tierra y hacia el cosmos, miseria y ciencia. Pese y gracias a su desmesura, muchos de los resultados del muralismo son extraordinarios. al generar los equivalentes artísticos de la tragedia y la grandeza de la revolución, de la irrupción de las masas campesinas, de la modernidad que es técnica y es desarrollo científico. Leyendas instantáneas, los muralistas multiplican su trabajo, añaden a la energía pictórica la protesta social y se dan tiempo para obras de caballete, dibujo y grabados. Son en síntesis grandes interlocutores de la sociedad mexicana y en alguna medida de la internacional. La Biblia La Biblia La vida de los hombres La ciudad de México es la extrema de la Ciudad de México, la zona más liberada de prejuicios del país. Si la revolución es el sacudimiento generalizado, la capital es su gran laboratorio de vivencias sorprendentes y creaciones inesperadas. Entre 1920 y 1940, la Ciudad de México es todavía en gran parte una ciudad del siglo XIX. tradicionalista, prejuiciosa, limitada por ordenanzas y convencionalismos. En buena medida también, y gracias al llamado Renacimiento Mexicano, es una ciudad con zonas de permisividad vital y cultural, con cafés y cabarets donde se inaugura la modernidad del contemporáneo, con grupos que discuten agitadamente las relaciones del arte y la política, con una comunidad artística e intelectual muy poderosa, no obstante sus límites. Mire, nada más, con dos frases le voy a decir a usted todo lo que es. Desde el balcón de mi indiferencia le arrojo a usted el átigo de mi desprecio. Con dos palabras le voy a decir a usted nomás. Desde el momento en que yo fui género, porque entonces interpreta mi silencio. La revolución es la revelación. El descubrimiento de los valores estéticos de lo popular, de lo producido para las masas, que con rapidez enriquece las tradiciones profundas, es una de las aportaciones sustanciales de la revolución entre los años 1920 y 1950. La base de articular siempre ha sido la de hacer posible la expresión general y colectiva. Claro está que esto es tan importante que pudiéramos decir que un plato hecho, pintado por un artista popular deja marcado en ese plato la necesidad tal cual es un diagrama de la necesidad colectiva de ese pueblo. En el mismo sentido, la recreación artística del pueblo y los ejércitos campesinos y la metamorfosis de la violencia son necesidades sociales y empresas inevitables. En el proceso tiene gran importancia la celebración del arte antiguo, el asombro ante las obras maestras indígenas que el racismo impedía contemplar debidamente. En la primera mitad del siglo XX, la Revolución Mexicana es una suma contradictoria de realidades. Es la fuerza de instituciones modernizadoras, es la ideología popular del Estado, es la sucesión de atmósferas formativas. Y el movimiento repercute en la danza, el cine, el teatro, la narrativa, la música. Durante 30 años, en el orden de los temas, la revolución suministra argumentos basados en su vitalidad y los perfiles melodramáticos. Se producen a un tiempo la poesía y la pintura de vanguardia. Llegan los visitantes de Europa y Estados Unidos, como los fotógrafos Edward Weston y Tina Modotti, y el director de cine, Serguéi Eisenstein, que se deslumbran ante la fuerza de los cambios y el universo real y simbólico, simbólico que sale a la superficie. En la narrativa, donde el registro es más directo, la revolución le infunde otro destino a los personajes. Entre 1911 y 1940, algunos escritores que han sido testigos o incluso participantes muy activos de los hechos, producen libros de primer orden. José Vasconcelos, en sus textos autobiográficos, Ulises Criollo, La tormenta y el desastre, se presenta como el protagonista civilizado en el medio bárbaro. Martín Luis Guzmán es el mejor cronista de la Revolución. Ya usted sabe, General Aguirre. Usted cuenta conmigo para todito lo que se le ofrezca. Palabra sin recámaras. Y si alguien le dice que yo hablo con el General Jiménez, tome la broma, que de hacerlo es tan solo por no darle pie a los otros para que puedan sospechar. Ya sabe mi general Jiménez, conmigo cuenta para todito lo que le haga falta. Pero a eso yo podría responder, mi general, que los tribunales para un hombre de la posición política de Jiménez son también pequeñeces, no aguirre. No respondería usted así, porque esas cosas cuando yo gobierno no se dicen en mi presencia. Nelly Campobello, en Cartucho y Las manos de mamá, recaptura las visiones de su niñez en la ciudad transfigurada por la violencia. Rafael E. Muñoz, en Se llevaron el cañón para Bachimba y Vámonos con Pancho Villa, narra con agilidad y vehemencia la suerte de los seres anónimos. Con todo, en la narrativa de la revolución, el escritor de mayor influencia social es Mariano Azuela, intérprete desde 1911 de la nobleza y de los resentimientos de los involucrados en el vértigo de causas y pasiones que se conoce entonces como La Bola. La Cámara de la Cámara Los soldados que hoy integran el archivo Casasola toman el cine y los lectores imágenes fundamentales. El soldado y la soldadera que conversan comiendo. Los campesinos que abandonan su aldea y su región por vez primera. Los soldados que cantan la Adelita alrededor de la fogata. En los relatos y en las películas, los más jóvenes son sacrificados. El idealista muere y el oportunista triunfa. A estos grandes estímulos del imaginario colectivo se les añade en 1953 Memorias de un Mexicano, el material del ingeniero Salvador Toscano que organiza su hija Carmen. El género del cine mexicano, ocupado con temas y episodios de la Revolución, produce algunas películas notables. Entre las películas que se acercan creativamente al hecho revolucionario y a la toma de conciencia popular se encuentra Redes, dirigida en 1934 por Fred Sineman sobre el despertar organizativo de una comunidad de pescadores La música es de Silvestre Revueltas, uno de sus más notables poemas simfólicos ¿Tiene dinero para jurarse? Todos sabemos que no es justo, pero también debemos saber que no es inevitable. En 1935, Fernando de Fuentes dirige la gran película del género revolucionario, Vámonos con Pancho Villa, basada en la novela de Rafael F. Muñoz. En el guión participa el poeta Javier Villaurupia. Buenos días, mi general. Buenos días, mi general. ¿Ustedes son los que quieren juntarse con nosotros? Sí, señor. La música es de Silvestre Revueltas, que aparece fugazmente en una escena tocando el piano. Allí el drama de la guerra lo encausan el heroísmo y el sentido del humor pese a todo. ¿No es malo vivo? ¿Pero ya muestran ustedes locos? ¿Este es el pago a un soldado de la revolución? ¿Este es un ejército de hombres o una topa de perros? No se discute. La vida de un hombre no vale nada, así es para salvarla de los demás. Y sobre todo, aquí mando yo. ¿Oíste? ¡Páldese y obedezca la orden! De Fuentes también dirige el prisionero Trece y el compadre Mendoza, donde aborda el oportunismo que se adueña de la revolución. No, la verdad es que consagraron mi vida y mi dinero a la causa de la revolución. Más que no es posible. Mi coronel Martínez, tanto bueno por aquí. Ya estamos por aquí otra vez, don Rosalío. Ya sabe que yo estoy para servirle a usted y al Supremo Gobierno. Todo se me hace poco para ayudar a acabar con esos bandidos. ¡Viva la lanza, muchachos! ¡Cállese la boca, muchachos martigrados! No se preocupe, Mendoza. Son cosas de niños. ¡Qué pareja! El día de mi hermano Úrsula yo me la cobraré. Nadie sabe lo que era mi hermano Úrsula. Flor Silvestre y Las Abandonadas del director Emilio Fernández, el indio, y el camarógrafo Gabriel Figueroa, son valiosas por el estilo, las imágenes poéticas y la excepcionalidad de los intérpretes. Primero bajan las estrellas al Hawái, que un hacendado como tu padre consiente en que te cases con la nieta de un cualquiera. Me late que sí, don Melchor, porque mi padre me quiere mucho. Si los pintores revalúan el legado estético de la provincia y los poetas combinan el elogio de la modernidad con las libertades del erotismo, Posada, los muralistas y los camarógrafos del cine nacional, muy especialmente Gabriel Figueroa, ratifican la enorme dignidad de los semblantes populares. Al prodigar las facciones invisibles socialmente, el cine le da rostro a la colectividad que, víctima de su propio racismo, no se sentía muy a gusto con los rasgos indígenas. Son años de recuperación y de adquisición de una sensibilidad muy en deuda con el pasado comunitario y con lo mejor de la industria cultural. ¿Qué te ha dado esta mujer? ¿Qué te tiene tan encargado? Querido amigo, querido amigo, yo no sé lo que te ha dado. Siempre que la veo venir, se agarra y se va de lado, se mi morir. ¡Dení, cariño, palabra de honor! Cuando el entusiasmo por la canción mexicana, en especial el corrido, ya mezclado con el nuevo repertorio, adicto a las voces dolientes y las letras desgarradas de la música suscitadora de la nostalgia y la melancolía, la canción ranchera es una de las consecuencias de la épica sordina. Contesta mi pregunta. ¿Me quieres? Mira cómo ando mi bien Muy dado a la borrachera y a la perdición Tú, chala tú Ha llenado de luto mi vida y abriendo una herida en mi corazón. El sentimentalismo se va transformando en cultura popular, a contracorriente de la cultura de la revolución y como un resultado de las libertades que de cualquier manera se introducen. Vende caro tu amor. El género musical elegido es el bolero originado en Cuba, y el compositor por excelencia es Agustín Lara, producto de la bohemia, del talento melódico muy variado, de la poesía modernista, de la falta de miedo a la cursilería. Desde 1926, fecha del estreno de Imposible, Clara se convierte en uno de los grandes asedores de la mitología sentimental de México y de América Latina. Que de tus labios la miel quiera. Que pague tan brillante tu pecado. Que pague tan brillante. tu pecado. En danza surge un movimiento que en los años 50 conjunta la fe de creadores y público. Destacan dos obras maestras, Zapata, de Guillermo Arriaga, y La Manda, de José Limón. Además de obras excelentes de Guillermina Bravo, Farnesio de Bernal, Rosa Reina, Javier Francis, Raúl Flores Canelo, Ana Zócolov. Del mito y las realidades del pueblo en armas y de las transformaciones estéticas de la violencia se nutre la etapa donde la historia auspicia la modernidad. En 1921, de modo póstumo, se publica Suave Patria, el gran poema de Ramón López Velarde, algunas de cuyas líneas pronto son divisa nacional. Diré con una épica sordina, la patria es impecable y diamantina. Como ningún otro, López Velarde conjunta la revelación del otro México al que el progreso y la mirada distante y curiosa sobre el mundo revolucionario quieren desaparecer. López Velarde renueva el espacio metafórico, deslumbra a los nacionales con su versión del país que ignoraban, sexualiza el ánimo piagoso y es por su amor a la provincia el gran promotor involuntario del nacionalismo cultural. Suave patria, permite que te envuelva en la más honda música de selva, con que me modelaste todo entero al golpe cadencioso de las hachas, entre risas y gritos de muchachas y pájaros de oficio carpintero. Con precisión lírica, López Velarde fija el otro proceso de la generación que emerge a principios de siglo, el de los alejados de la ortodoxia en materia de epopeyas, que ante la gran dilocuencia y el estruendo, optan por la alegría y el colorido de lo relegado por las pretensiones, las proezas en voz baja de la épica sordina en una palabra. Lo que López Velarde llama la patria íntima, se expresa en pintura por la reivindicación de los temas hasta entonces desdeñados. Los circos, los desfiles cívicos, el aturdimiento de los provincianos en la capital, los gallos, las dolorosas, las niñas muertas, los altares caseros. Los nombres de María Izquierdo, Antonio Ruiz El Corzo, Chucho Reyes Ferreira, Agustín Lazo, Julio Castellanos, Guillermo Mesa, Alfonso Michel, Frida Kahlo, dan su versión del encuentro entre la nueva tradición pictórica de Europa y el repertorio entrañable de imágenes y colorido de México se combinan atmósferas primordiales con la búsqueda de formas y armonías, Picasso y el colorido de las fiestas y la calle principal, Matiz y la mirada de la infancia. En El laberinto de la soledad, el poeta Octavio Paz resume magníficamente su revisión del proceso. La revolución es una súbita inmersión de México en su propio ser. México se atreve a ser. La explosión revolucionaria es una portentosa fiesta en la que el mexicano, borracho de sí mismo, conoce al fin, en abrazo mortal, al otro mexicano. La revolución es la revelación. No otra cosa piensan los creadores ocupados en interpretar, recrear o transfigurar el fenómeno. Quieren ofrecer las revelaciones que trascienden en detalle preciso y permiten acercarse a la otra realidad, la del arte. De esta manera, la revolución nos dejó la gran lección de que toda cultura que es excluyente muere y las culturas solo viven mediante la inclusión. Gracias a ello llegamos al siglo XXI con una identidad propia de mexicanos, pero con la seguridad de que habiendo adquirido la identidad, ahora debemos pasar a un desafío aún más importante, que es descubrir y respetar la diversidad, la diversidad política, religiosa, sexual, cultural. Estas son pues las grandes lecciones de la Revolución Mexicana en tanto revolución cultural.
SISTEMA
NTSC
DOCUMENTO_DIGITALIZADO
Sí
OBSERVACIONES
Sin carta de derecho ni fecha de entrega
CODIGO_BARRAS_LTO
BWF480
INFORMACION_ADICIONAL
Fernández, J; Garza, M. de la; Jiménez Codinach, G.; Monsiváis, C. Nava, J.A.; Sarmiento Donate, A.; Tajonar, H. (2001). México: CONACULTA, OCEANO. UNAM, Fundación Televisa.
BARRA
Divulgación
TEMPORADA
1
CONDUCTOR
Carlos Fuentes Guillermo Sheridan – Voz en off
TEMA_CONTENIDO
La herencia cultural y artística de México, desde la época prehispánica hasta la contemporánea
LOCACION
CLASIFICACION
A
IDIOMA_ORIGINAL
Español
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PRODUCCION
Héctor Tajonar
LIGA_COLECCION_PODCAST
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